Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana;
Pueblo de Cuba, cubanas y cubanos;
Compatriotas:
¡Viva Cuba Libre! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
Libre de injerencias extranjeras y libre del odio que han azuzado quienes llevan 60 años apretando el cuello de la nación para hacerla estallar y ahora quieren presentarse como nuestros salvadores.
Cesen la mentira, la infamia y el odio. Cuba es profundamente alérgica al odio. ¡Y jamás será tierra de odio!
No se construye nada bueno desde el odio. El odio nos roba tiempo para amar y hasta el amor mismo si lo dejamos entrar como reacción frente al odio que nos adversa.
Lo hemos experimentado en estos días de odio desbordado en las redes sociales, redes no tan “sociales”, que han sido la compañía permanente de padres e hijos en estos largos meses de pandemia, al punto de que muchos pasan más tiempo conectados a la red que conectados a la familia; esa familia, que con unidad, puede ser invulnerable ante todo lo que la amenaza.
Una madre me contaba ayer que su hija adolescente preguntó, con lágrimas en los ojos, si eso era Cuba, al ver las imágenes de los actos de violencia que algunos de sus amigos compartieron en Facebook.
Los dueños de esas redes, los dictadores de sus algoritmos, como bien denuncia un documental reciente, han abierto al odio, sin el más mínimo control ético, las compuertas de sus poderosas plataformas.
Es un odio que fractura a la familia, a los amigos, a la sociedad, y que amenaza con llevarse muchos de nuestros valores al rincón de lo inservible.
El bombardeo de imágenes cargadas de violencia, sangre, protestas, alaridos, vandalismo, amenazas, acoso y represión no ha conocido pausas en los últimos seis días.
En las semanas previas se desarrolló una intensa operación político-comunicacional por parte de una gran plataforma de intoxicación mediática, financiada por el Gobierno de los Estados Unidos y por la maquinaria política de la Florida.
Su objetivo era alentar disturbios e inestabilidad en el país, aprovechando las difíciles condiciones provocadas por la pandemia, el bloqueo recrudecido y las 243 medidas de la administración Trump.
Realizaron en esos días actos de Guerra No Convencional que incluyeron llamados al estallido social, a la violencia, a la agresión a agentes policiales, al vandalismo y al sabotaje.
Utilizaron para ello sistemas de inteligencia artificial y Big Data, cibertropas y actos de ciberterrorismo para promover la fabricación artesanal y uso de armas o elementos incendiarios, acciones integradas de acoso, chantaje o financiamiento a líderes digitales o influencers internacionales.
Contaron con la complicidad de una poderosa trasnacional que les permitió violar impunemente sus propias regulaciones, y desatendió las legítimas denuncias de los usuarios y de algunos medios de prensa y agencias cablegráficas.
La Televisión Cubana ha puesto en evidencia los objetivos de esta campaña al reconstruir en secuencia los acontecimientos del pasado domingo.
Primero se convocaron las protestas, después se construyó el relato falso de los hechos para generar reacciones emotivas de solidaridad con los manifestantes, y luego se desataron las acciones vandálicas que ocurrieron horas antes de nuestra improvisada comparecencia en televisión al regreso de San Antonio de los Baños.
Está clara la ruta de la infamia. A posteriori, todos los hechos se han presentado desordenadamente, como si fueran fruto de nuestro legítimo llamado a los revolucionarios a defender la Revolución.
La historia se pretende contar al revés. No importa lo que haya dicho, no cuentan los llamados a la unidad, la paz y la solidaridad entre todos. La interpretación malintencionada es que se convocó a una guerra civil.
Podremos desmontar las llamadas fake news, desmenuzar las mentiras, mostrar cómo se fabricó toda la falsa realidad de Cuba en escenarios virtuales, pero ya han causado un daño inconmensurable al alma nacional, que tiene entre sus valores más sagrados la tranquilidad ciudadana, la convivencia, la solidaridad y la unidad.
Estamos bajo el fuego sofisticado de una ciberguerra que incluye el ciberterrorismo y el terrorismo mediático en su instrumental agresivo.
Las denuncias del Canciller cubano el pasado martes no han sido contestadas. No ha habido ni un intento de respuesta por parte de las autoridades del Gobierno Republicano de la Florida sobre los fondos asignados a estos proyectos, con los cuales pretenden atacar al país y, al mismo tiempo, desarmarlo de sus posibles medios de defensa.
No solo el Minrex, también el sitio de la Presidencia, el popular portal de noticias y análisis sobre la realidad cubana Cubadebate, Granma, Juventud Rebelde y, prácticamente, todos los medios públicos cubanos están sufriendo ataques intermitentes con denegación de servicios en medio de una atroz campaña de demonización del Gobierno.
Tratan de silenciar cualquier alternativa a la narrativa anticubana que hoy se despliega en portadas alarmistas. Los amigos de Cuba, que conocen y sufren la manipulación y el silencio, no pueden acceder a los medios cubanos y nos han enviado los reportes de denegación de acceso.
En el apogeo de la mentira se emplean imágenes falsas, lo que ya ha sido bien documentado por nuestros periodistas, se estimulan y glorifican el desacato y la destrucción de inmuebles, la compulsión al asalto y el acoso amenazante a ciudadanos y a las familias.
Ahora mismo, lo que el mundo está viendo de Cuba es una mentira, a todo un pueblo levantado contra el Gobierno y a un Gobierno que reprime a su pueblo.
No es raro que, bajo ese bombardeo mediático, algunos duden y se pronuncien suponiendo una separación que no existe.
No juzgo, no condeno. Entiendo que son avasalladoras las armas del adversario, pero ¡al lado del pueblo, con el pueblo y por el pueblo sigue estando la Revolución! (Aplausos y exclamaciones de: “¡Viva la Revolución! ¡Viva Díaz-Canel! ¡Viva el pueblo! ¡Abajo los yanquis! ¡Abajo el bloqueo!)
No con declaraciones, sino con hechos. Cuando la etiqueta de #SOSMatanzas estaba apagándose en el ciberespacio, al lado de Matanzas y de toda Cuba no se vio a los promotores de la intervención humanitaria. Estaba el mismo pueblo noble y solidario que sufre las consecuencias del bloqueo y estaba el Gobierno cubano.
¿Quién no se estremeció al saber que vándalos de la peor entraña apedrearon la sala infantil del hospital de Cárdenas, obligando a niños y madres a buscar refugio en los baños o bajo las camas de la institución?
Mañana deberán contarse muchas historias personales de la reacción popular al ataque y al acoso, de cuánto han tenido que contenerse las fuerzas del orden por el cuidado que se les exige para evitar excesos; pero que nadie se equivoque: la mayoría del pueblo, del mismo pueblo agobiado e irritado por las carencias que nos demanda mejor gestión de Gobierno, pide también que se ponga coto a la violencia (Aplausos y exclamaciones de: “¡Vivan nuestros médicos!”).
Compatriotas:
Ninguna mentira se ha levantado por casualidad o error. Todo está fríamente calculado según el manual de Guerra No Convencional. Ya habló el impresentable de la OEA, ministerio de colonias al que nos honra no pertenecer.
No estamos especulando. Hablan unos para que después se pronuncien otros. Ahí está, al acecho, el ala dura del Congreso norteamericano afilándose los dientes y exigiendo a sus adversarios políticos de la actual administración que actúen ya contra Cuba, que convoquen al Consejo de Seguridad, y que consideren un acto hostil y una amenaza a la sacrosanta Seguridad Nacional del imperio cualquier intento de emigración masiva hacia sus costas.
Nada de esto es nuevo. Lo han intentado otras veces. Es su manera de poner a la administración adversaria contra las cuerdas, y tratar de hacerles cumplir a ellos el propósito jamás logrado de borrar del mapa el mal ejemplo de esta pequeña Isla, empeñada en mantenerse soberana e independiente cuando tantos se pliegan a sus órdenes (Exclamaciones de: “¡Que lo sepan los nacidos y los que están por nacer, nacimos para vencer y no para ser vencidos!” (Aplausos).
Casi con la leche materna, nuestros padres nos inculcaron una advertencia martiana: “Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, y los que odian y deshacen”, nos dijo el Apóstol.
¡Cuba seguirá fundando! Lo está haciendo ahora mismo, con las primeras dos vacunas latinoamericanas: Abdala y Soberana (Aplausos y exclamaciones de: “¡Viva la medicina cubana! Exclamaciones de: “¡Viva!”). Lo está haciendo también con otra noticia que la maldad ha querido esconder: el ciento por ciento de eficacia frente a la gravedad y el fallecimiento que probó la tercera fase de los ensayos clínicos de Abdala (Aplausos y exclamaciones de: “¡Viva!”).
Cuando un pueblo ha llegado tan lejos en la realización de sus sueños y en la conquista de derechos, que para medio planeta son una quimera, no lo detiene ni la violencia ni el miedo.
Nada de esto que denunciamos hoy nos aparta de la necesaria autocrítica, de la rectificación pendiente, de la revisión profunda de nuestros métodos y estilos de trabajo que chocan con la voluntad de servicio al pueblo, por la burocracia, las trabas y la insensibilidad de algunos que tanto dañan.
Hoy vengo a reiterar el compromiso de trabajar y exigir por el cumplimiento del programa que nos hemos dado como Gobierno y como pueblo, revisado a la luz de los posibles errores de estos años de presiones intensas, particularmente, los dos últimos.
Compatriotas:
No es por capricho que nos reunimos aquí esta mañana en medio de una compleja situación epidemiológica. Respetando en lo posible las medidas sanitarias y de distanciamiento físico, los hemos convocado para denunciar una vez más el bloqueo, la agresión y el terror. No podíamos dilatar este encuentro, el enemigo ha vuelto a lanzarse con todo para destruir la sagrada unidad y la tranquilidad ciudadana.
¡Ratificamos que Cuba es de todos! (Aplausos y Exclamaciones de: “¡Viva Cuba!” “¡Vivan los cubanos!” “¡Viva la unidad!” “¡Viva Raúl!” “¡Viva Díaz-Canel!”). ¡Venceremos!
Les comparto sentimientos y reflexiones, estados de ánimo, disposición y convicciones (Aplausos y exclamaciones de: “¡Pa’ lo que sea, Díaz-Canel, pa’ lo que sea! ¡Pa’ lo que sea, Díaz-Canel, pa’ lo que sea!”).
Solo podremos tener más si creamos más. Lograremos lo que nos propongamos empujando todos juntos la obra. Por delante tenemos el inmenso ejemplo de la Ciencia cubana, que se propuso y logró en tiempo récord y apenas sin recursos dos vacunas y otros candidatos vacunales que nos permiten enfrentar el futuro con esperanzas que otros pueblos no tienen.
Si hemos podido en algo tan colosal y difícil, ¿qué no podremos en otras áreas?
Y, sobre todo, cuánto más podremos si articulamos los diálogos pendientes, rescatando la obra social, promoviendo mayor atención a sectores vulnerables, a los barrios, apoyados en la experiencia de la obra que nos legó el Comandante en Jefe, en años tan desafiantes como estos; a eso llamaba Gerardo.
La Revolución Cubana borró para siempre las semillas de la maldad, del odio, del deshonor y el crimen. Es importante por eso, que busquemos las causas profundas de la violencia que puja por emerger ante las necesidades, y que cumplamos la labor pendiente para hacer que predomine en la herencia cubana el gen de los bravos, de los honestos, de los justos, de los honorables, de los alegres hijos de esta tierra cubana (Aplausos y exclamaciones de: “¡Abajo el bloqueo!” “¡Abajo la agresión imperialista!”).
“Solo el amor convierte en milagro el barro/ Solo el amor alumbra lo que perdura”, hemos cantado mil veces con el martiano Silvio.
¡Vamos a ponerle corazón a la obra común. Un corazón del tamaño de nuestras dificultades! ¡Juntos podemos! (Aplausos y exclamaciones de: “¡Juntos podemos, juntos podemos, juntos podemos!”).
¡Que viva Cuba soberana, independiente y socialista! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Cuba de amor, Cuba de paz, Cuba de unidad, Cuba de solidaridad!” (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Cuba de todos los cubanos que, estén donde estén, trabajan por verla avanzar con sus propias piernas y sus propios brazos hacia un destino de prosperidad posible! (Exclamaciones de: “¡Viva!”).
¡A Cuba ponle corazón! ¡Ponle corazón a la Patria, a la Revolución, al Socialismo!
¡Venceremos! (Exclamaciones de: “¡Venceremos, venceremos, venceremos!” “¡Juntos podemos, juntos podemos!”)
(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)
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